El 21 de septiembre, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo un bombardeo en los suburbios del sur de Beirut, Líbano, resultando muertos 16 miembros del movimiento chií libanés Hezbollah.
Entre las víctimas se encontraba Ibrahim Aqil, un destacado comandante responsable de operaciones terroristas contra Israel.
Según el comunicado del Ejército israelí, el ataque se trató de un “operativo selectivo” dirigido a eliminar altos mandos de la Fuerza Radwan de Hezbollah. “Además de Ibrahim Aqil, otros 15 terroristas de Hizbulá fueron eliminados en el ataque. Incluidos altos comandantes de la cadena de mando de la Fuerza Radwan”, reza el texto.
Asimismo, el ataque dejó un saldo de al menos 37 fallecidos y 68 heridos, según el Ministerio de Salud del Líbano, lo que intensificó las tensiones entre ambos países, exacerbadas por incidentes previos, como el bombardeo del 30 de julio en Haret Hreik, donde murió un alto líder de Hezbollah.
Igualmente, este último ataque marca un incremento significativo en el conflicto, subrayando la volatilidad de la región y las operaciones militares en curso. La situación sigue siendo tensa y se anticipan posibles repercusiones en la seguridad del Líbano.
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